Una reciente investigación orientada a brindar apoyo a la población con sordoceguera de la ciudad de Mérida, ha demostrado que este colectivo “no cuenta con las oportunidades que debe ofrecerles para su inclusión, el modelo de atención integral vigente como política pública en el sector educativo”.
Esta conclusión fue el resultado de una consulta realizada a docentes y directivos de las instituciones de la modalidad de educación especial del municipio Libertador del estado Mérida, quienes de forma unánime reconocieron que no existe en la ciudad una institución que les esté brindando la atención que las personas con sordoceguera realmente necesitan dada su condición de discapacidad.
En palabras de los docentes,el Centro de
Atención Integral al Ciego y Deficiencias Visuales Mérida (CAIDV), es la
institución que más se acerca a lo que podría considerarse un apoyo óptimo para
la condición de un estudiante sordociego. Esto en virtud de que, en el CAIDV,
se les ofrece todo lo que institucionalmente y de buena voluntad está a su
alcance, como las orientaciones básicas para su movilidad y actividades
sencillas, según los estudiantes y la familia lo requieran. Sin embargo, el
abordaje es prácticamente el mismo que para una persona ciega y esto no
resuelve la situación ni cubre la verdadera necesidad. Solo existe, en esta
institución y en todo el municipio Libertador, una sola profesional formada,
con especialidad en el área, cuando lo ideal es que los estudiantes sordociegos
puedan contar a su alrededor con un equipo de trabajo.
También en Mérida se encuentra la Unidad
Educativa Especial Bolivariana Ofelia Tancredi de Corredor, única institución
especializada en el área de deficiencias auditivas. Algunos profesionales
encuestados apuntaron a esta institución como quien pretende sugerir una
alternativa de atención, sin embargo es un principio fundamental del área, que
la sordoceguera no es susceptible a ser separada como sordera más ceguera,
puesto que es considerada una entidad única.
Aparte de estas dos instituciones existen otras
que realmente están orientadas a atender el área de compromiso cognitivo, por
las cuales han transitado estudiantes con esta condición y han recibido cierto
seguimiento y apoyo por parte del CAIDV. Este tipo de situaciones han estado
dentro de lo que estadísticamente podrían considerarse las excepciones.
A juicio de los representantes y los mismos
sordociegos, quienes también fueron consultados en esta investigación, no hay
instituciones, ni grupos de apoyo que les brinden la debida atención. En
realidad perciben que no existe ni siquiera, una intención real en este
sentido, puesto que son desconocidos por la sociedad. Consideran que se
encuentran invisibilizados incluso, dentro del mismo sector educativo.
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